martes, julio 08, 2008

Video: Roberto Gomez Bolaños en Lima, Perú


El comediante mexicano Roberto Gómez Bolaños recibió una popular bienvenida a su llegada a Lima para cumplir una temporada en Perú, después de más de cuatro décadas de su anterior visita.

Acompañado por su esposa, Florinda Meza, conocida como 'Doña Florinda' en la recordara serie infantil El Chavo del Ocho, Gómez Bolaños arribó en la noche del jueves a Lima.

El presidente del Parlamento peruano, Luis Gonzáles Posada, otorgó hoy la Medalla de Honor del Congreso al comediante mexicano Roberto Gómez Bolaños, por haber divertido a varias generaciones de peruanos y por continuar llevando un mensaje de paz mundial.

"Es un hombre notable, inmensamente creativo, un mensajero de la paz en América Latina", dijo Gonzáles Posada, al señalar que todos debemos tratar siempre que la bondad supere a la maldad.

1 comentario:

  1. Anónimo7/09/2008

    Viene Chespirito y todo el mundo lo adula. ¿Y a Hildebrandt?

    Hildebrandt será

    Hildebrandt será, o está por ser, y cuando eso suceda, diremos que Hildebrandt "ya fue", que Alan le dirá "ya ves, eso es por Federico Danton, y por su mamá, una señora de altas cualidades. Te metiste conmigo, perdiste". Así que, Alan pasará a la historia del vivo y del directo como aquel que, mientras premia a "Chespirito" y felicita a "Doña Florinda", calla a Hildebrandt.

    Hinchando por esa desaparición forzada está también "El Comercio" (líder de la "Prensa Libre" y su vocera Palacios), los chilenos (Wong y Metro y sus teletickets), Majaz (la minera, no la comunidad), el "peruano" Ivcher (con la "peruana" Valenzuela, ex del copista Bryce), toda la derecha marianoignaciopradina, o sea, cómo te digo, todos los virreyes y visitadores de nuevo cuño que reviven el descuartizamiento de un Túpac Amaru mediático del siglo XXI.

    Las bestias ya están tirando de las cuerdas, pero, contrario a lo que cantaba el poeta, se teme que, pese sus afanes por sobrevivir, esta vez, sí podrán matarlo.

    Mientras "periodistas" metidas a payasas, claudicando pateticamente de su profesión, obtienen cifras obscenas de rating y raudales de dólares en publicidad, otros, periodistas con misión, con utopías de altísima ley, se ven obligados a anunciar su pronto retiro; un retiro, ni siquiera de las grandes arenas, sino de una pequeña cabinita, cuyo alcance no pasara de Lima metropolitana si no fuera por la web.

    Así es la vida, como diría Efraín Aguilar. Ganan los malos. Sólo en las películas ganan los buenos, pero eso es sólo ficción, tan solo ganas de resarcirse en el mundo virtual de una realidad deprimente, apabullante, abusiva, y que invita al suicidio.

    El último cartucho está por dispararse, y quién sabe, este 28 de julio --mientras el corso del chileno Wong esté pasando por las calles de Masías, y Alan esté anunciando cuánto de Perú ya se ha vendido y cuánto aún falta por venderse-- estará entrando al panteón de los periodistas próceres una baja más de, esta, aún inacabada, Guerra del Pacífico.

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