Gisela Valcarcel tuvo exitoso debut en su regreso a la televisión con Bailando por un Sueño. Ella consiguió 17 puntos de promedio en su primer programa que se estrenó el pasado sábado por Panamericana Televisión.
Si te lo perdiste, aqui te traemos un vídeo con lo mejor del programa.
Ese debería ser el nombre del esperpento que hace Carlos Álvarez, sábado a sábado, en Canal 2. Porque, llamar humor a eso que hace allí, es pervertir la palabra "humor". ¿Humor? Lo que hace allí es difamación.
La difamación, por definición, es hacerle mala fama a alguien. Y si esa mala fama que se le hace (a la víctima) es, además, sobre algo falso, la difamación se hace injuria, por el daño que se le hace a la imagen de la víctima; y en calumnia, pues se le atribuye (a la persona agraviada) cosas totalmente falsas.
Un ejemplo claro de difamación es lo que ha hecho Magaly Medina con Efraín Aguilar al calificarlo como traficante de influencias y decírselo a todo el mundo (lo de "todo el mundo" se deduce de su rating). Y es difamación pues lo que dijo y dice del señor es falso, y esa difamación se agrava si es que se hace, como lo ha hecho Magaly, utilizando un medio masivo de comunicación (la televisión). El código penal así lo tipifica. El juez así lo ha sentenciado.
Volviendo a Carlos Álvarez, éste hace lo mismo que Magaly, pero se escuda tras la excusa de que lo que hace es humor. Veamos si no el reciente caso del "Puma" Carranza que, en una previa difamación, hecha (cuándo no) por Magaly Medina, dijo que éste le pegaba a su mujer, o que su mujer le pegaba a él, o que los dos, por último, se pegaban mutuamente. El asunto del "gomeo familiar" resultó falso, mentira total. Pero, Carlos Álvarez, lejos de descartar ese incidente, que nunca ocurrió, el "humorista", añadiendo injuria al escarnio, hizo una parodia, con toda la leche ruinosa de la que es capaz, y terminó de difamar (es decir, esparcir una mala fama) contra el "Puma" Carranza, su señora, y todos sus relacionados.
El hecho que "humorísticamente" se le atribuía al "Puma", nunca ocurrió. Las imágenes emitidas por Magaly estaban allí, pero los que patinaron fueron los "interpretadores". El "Puma" nunca incurrió en violencia familiar, y sin embargo, por lo que presentó Carlos Álvarez, el "Puma" había sido juzgado, sentenciado, y ejecutado, como un troglodita, esposo de otra troglodita. ¡Eso es difamación! ¿Que la gente se ríe? ¿Que la gente goza? ¿Que la gente le pide que lo siga haciendo? Todo eso no le quita el caracter difamatorio que encierra el mensaje que Álvarez emite, un mensaje falso de toda falsedad, pero agraviante en su totalidad, así la víctima, algunas veces diga que se ría por ello, mientras simultaneamente le va mentando la madre a Álvarez por la impotencia ante ese vejamen. El famoso dicho "tienes que tener correa" o "el que se pica, pierde", los tienen (a los difamados) agarrados de los gemelos.
Y así, llegamos al caso de "Tulicienta". Acá el "chupo" reventó por el asunto del racismo. Sin embargo, la difamación estuvo presente en todo momento. Acusándola de arribista, manipuladora, y muerta de hambre, Carlos Álvarez, y su títere Walter "Cachito" Ramírez, hicieron escarnio de Tula. Las risotadas, mientras grababan el sketch, removieron todos los cielos; los bárbaros Atilas quedaban chicos al lado de estos "civilizados" "cómicos". Tuvo que intervenir la opinión pública (prensa, radio, televisión) para decirle a Álvarez que ya, pues, parara la mano, pues ni esa opinión pública, tan afecta a sus desmanes, podía hacerse de la vista gorda sobre el asunto. El tipo en cuestión prometió --por su "marecita" y por la mamá de Ivcher- no volver a hacerla, guardarla en el baúl de sus desafortunadas creaciones, pero --como lo puede asegurar el Padre Martín-- el tipo nunca cumple su palabra. Ayer sábado volvió a sacar a "Tulicienta" del closet, y zas, la puso a bailar, como si nada hubiera pasado. Entre honrar su palabra y el rating que se le está cayendo, "olvídate de la integridad. Pon a Tulicienta, pero cámbiale de nombre, así le sacamos la vuelta al asunto y a todos los criticones porque "pa'pendejos" nosotros".
Y ya que hablamos de la parodia del "Baile que da sueño"; y ya que hablamos de difamación; y ya que hablamos de gente que no cumple su palabra; allí está, como prueba más que plena, la burla, escarnio, injuria, calumnia y difamación que Carlos Álvarez le sigue haciendo al Padre Martín. "¡El rating se me está cayendo, a la mierda con el Padre Martín, a la mierda con Tula Rodríguez, a la mierda con todos, yo soy Carlos Álvarez y éste, es el "Especial de la Difamación". Yuca pa'ti, platita pa'mi". Nada extraño en un montesinista que vendió sus malas artes a Vladimiro por un vil puñado de dólares.
El nuevo objeto de burlas de Carlos Álvarez
ResponderEliminarEl especial de la difamación
Ese debería ser el nombre del esperpento que hace Carlos Álvarez, sábado a sábado, en Canal 2. Porque, llamar humor a eso que hace allí, es pervertir la palabra "humor". ¿Humor? Lo que hace allí es difamación.
La difamación, por definición, es hacerle mala fama a alguien. Y si esa mala fama que se le hace (a la víctima) es, además, sobre algo falso, la difamación se hace injuria, por el daño que se le hace a la imagen de la víctima; y en calumnia, pues se le atribuye (a la persona agraviada) cosas totalmente falsas.
Un ejemplo claro de difamación es lo que ha hecho Magaly Medina con Efraín Aguilar al calificarlo como traficante de influencias y decírselo a todo el mundo (lo de "todo el mundo" se deduce de su rating). Y es difamación pues lo que dijo y dice del señor es falso, y esa difamación se agrava si es que se hace, como lo ha hecho Magaly, utilizando un medio masivo de comunicación (la televisión). El código penal así lo tipifica. El juez así lo ha sentenciado.
Volviendo a Carlos Álvarez, éste hace lo mismo que Magaly, pero se escuda tras la excusa de que lo que hace es humor. Veamos si no el reciente caso del "Puma" Carranza que, en una previa difamación, hecha (cuándo no) por Magaly Medina, dijo que éste le pegaba a su mujer, o que su mujer le pegaba a él, o que los dos, por último, se pegaban mutuamente. El asunto del "gomeo familiar" resultó falso, mentira total. Pero, Carlos Álvarez, lejos de descartar ese incidente, que nunca ocurrió, el "humorista", añadiendo injuria al escarnio, hizo una parodia, con toda la leche ruinosa de la que es capaz, y terminó de difamar (es decir, esparcir una mala fama) contra el "Puma" Carranza, su señora, y todos sus relacionados.
El hecho que "humorísticamente" se le atribuía al "Puma", nunca ocurrió. Las imágenes emitidas por Magaly estaban allí, pero los que patinaron fueron los "interpretadores". El "Puma" nunca incurrió en violencia familiar, y sin embargo, por lo que presentó Carlos Álvarez, el "Puma" había sido juzgado, sentenciado, y ejecutado, como un troglodita, esposo de otra troglodita. ¡Eso es difamación! ¿Que la gente se ríe? ¿Que la gente goza? ¿Que la gente le pide que lo siga haciendo? Todo eso no le quita el caracter difamatorio que encierra el mensaje que Álvarez emite, un mensaje falso de toda falsedad, pero agraviante en su totalidad, así la víctima, algunas veces diga que se ría por ello, mientras simultaneamente le va mentando la madre a Álvarez por la impotencia ante ese vejamen. El famoso dicho "tienes que tener correa" o "el que se pica, pierde", los tienen (a los difamados) agarrados de los gemelos.
Y así, llegamos al caso de "Tulicienta". Acá el "chupo" reventó por el asunto del racismo. Sin embargo, la difamación estuvo presente en todo momento. Acusándola de arribista, manipuladora, y muerta de hambre, Carlos Álvarez, y su títere Walter "Cachito" Ramírez, hicieron escarnio de Tula. Las risotadas, mientras grababan el sketch, removieron todos los cielos; los bárbaros Atilas quedaban chicos al lado de estos "civilizados" "cómicos". Tuvo que intervenir la opinión pública (prensa, radio, televisión) para decirle a Álvarez que ya, pues, parara la mano, pues ni esa opinión pública, tan afecta a sus desmanes, podía hacerse de la vista gorda sobre el asunto. El tipo en cuestión prometió --por su "marecita" y por la mamá de Ivcher- no volver a hacerla, guardarla en el baúl de sus desafortunadas creaciones, pero --como lo puede asegurar el Padre Martín-- el tipo nunca cumple su palabra. Ayer sábado volvió a sacar a "Tulicienta" del closet, y zas, la puso a bailar, como si nada hubiera pasado. Entre honrar su palabra y el rating que se le está cayendo, "olvídate de la integridad. Pon a Tulicienta, pero cámbiale de nombre, así le sacamos la vuelta al asunto y a todos los criticones porque "pa'pendejos" nosotros".
Y ya que hablamos de la parodia del "Baile que da sueño"; y ya que hablamos de difamación; y ya que hablamos de gente que no cumple su palabra; allí está, como prueba más que plena, la burla, escarnio, injuria, calumnia y difamación que Carlos Álvarez le sigue haciendo al Padre Martín. "¡El rating se me está cayendo, a la mierda con el Padre Martín, a la mierda con Tula Rodríguez, a la mierda con todos, yo soy Carlos Álvarez y éste, es el "Especial de la Difamación". Yuca pa'ti, platita pa'mi". Nada extraño en un montesinista que vendió sus malas artes a Vladimiro por un vil puñado de dólares.